Emily Carr (1871-1945)

Emily Carr fue una pintora y escritora Canadiense que dedicó su vida a conocer y representar los paisajes del Oeste de Canada, a escribir libros sobre su relación con estos paisajes y a criar mascotas.

Carr nació a finales del siglo XIX en una familia de origen inglés que habia llegado al norte de California llamada por la fiebre del oro. Cuando se pasó la fiebre la familia se mudó al norte, a la Columbia británica, Canada. Allí la familia se dedicó a llevar el mismo estilo de vida que habrían llevado en Inglaterra. Formaban parte de la burguesía tradicional que iba a misa todos los domingos, que seguía las pautas del decoro y la moral propios del puritanismo decimonónico. Una familia más, con seis hijos y una artista entre ellos.

Desde pequeña Emily se salía de la norma. No le gustaba ir a misa, se pasaba la vida en el campo, escalando árboles y trayendo animales abandonados a casa. No le gustaba hacer cosas de chicas, ella prefería caminar por el bosque y descubrir los pueblos donde aún vivían los nativos canadienses. Alli empezó a sentirse inspirada o atraida hacia su arte y su forma de ver la naturaleza, y empezó a pintar.

Una vez graduada se fue a San Francisco a estudiar, y para formarse artísticamente Emily decidió viajar al viejo continente. Desde 1899 Carr se pasó dos años viajando por Inglaterra, desde Londres hasta Cornualles, familiarizándose con la tradición pictórica del país que invetó la pintura de paisaje. En Inglaterra estaba todo el paisaje del siglo XVIII y XIX, desde el más académico hasta el más romántico. Cuando vuelve a Vancouver Emily ha aprendido y conocido a grandes artistas y se ha formado academicamente, pero como era una mujer muy lista tardó poco en darse cuenta de que toda esa «formacion» academica no hacía más que enconsertar su estilo, su forma de entender la naturaleza. Así que pese a ser una mujer soltera de 39 años Emily decide viajar a Francia en 1910 para ver lo que se cuece en lo más moderno de la vieja Europa.

Carr llega a la Francia post impresionista de pintores bohemios y muertos de hambre.  Empieza a estudiar en la academia Colarossi en Paris, una academia única donde se aceptaba a mujeres, ¡se les dejaba acudir a las clases de desnudo! e incluso ¡tenían una profesora! todo muy loco y muy bohemio. A Carr le sobró con unos meses de estancia para darse cuenta de que eso era lo que a ella le iba. Empezó a juntarse con los peligrosos fauvistas y a aprender su interpretación de la realidad: transformar los colores, volverse mas expresiva, simplificar la composición y llenarlo todo de grandes masas de colores brillantes y planos.

Cuando vuelve a Canada Carr es más independiente y extravagante que nunca. Ahora fuma, mucho,  no tiene intención de encontrar marido y además es una grosera. Sabiendo que esa sociedad no estaba hecha para ella, Emily decide coger una camioneta y recorrer la costa oeste de su pais, llegar hasta Alaska y empaparse de cada rincón de aquella naturaleza que la vieja Inglaterra no había conseguido del todo domesticar. Se introduce en la temática de su pintura hasta formar parte de ella. Su mundo son los bosques y los inmensos árboles que lo habitan. Ella vive entre el misticismo y el fauvismo, entre la belleza inabarcable de la inmensidad de la naturaleza y su visión de la misma. Carr estudia los árboles casi como una botánica. Los siente y los dota de sexo femenino. Se siente mejor estre ellos que entre las personas. Carr se comunica con la naturaleza a traves de la pintura, que al igual que ella, cada vez se vuelve mas expresionista, mas colorida y mas salvaje.

Pero no solo se dedica a pintar paisajes. Emily se empapa también de la auténtica cultura artistica de Canada, aquella que no se aprende en ninguna academia europea, la cultura de los nativos canadienses. Ella se siente igual de concernida por esa vision de la naturaleza donde cada Totem es un símbolo divino de la misma.  Donde la magnificencia del paisaje es muestra de la insignificancia de lo humano.  Donde el bosque se convierte en un templo. Para Emily la representacion del paisaje, de su paisaje, es una reinterpretación de nosotros mismos y de todo aquello que no podemos abarcar. Los nativos, a través de su cultura y sus tradiciones habían aprendido a respetar esta naturaleza aterradora y bellisima a la vez.

Para mi esto es lo más interesante de su obra. Emily carr pinta «Lo Sublime» de la naturaleza igual que los indígenas representaban «Lo Sublime» de su naturaleza. No hay gran diferencia entre los inmensos Totems de madera tallados y los inmensos árboles que cubren cada óleo de Carr. Ambas visiones son la misma, la naturaleza como algo divino, en el fondo inabarcable e incomprensible. La naturaleza como algo sagrado que forma parte de nosotros y que a su vez refleja lo que somos. Carr pintaba una naturaleza sin domesticar, tan viva y tan extraña como era ella para una sociedad en la que no cabía, igual que el arte aborigen no cabía en la Historia del arte que se estudiaba- y que se estudia- en las academias.

emily-carr1.jpg«Lo sublime» es una categoría estética que viene desde la filosofía griega y que se puso de moda en Europa en el siglo XVIII por artistas que por primera vez representaban un paisaje mas personal, un paisaje que era algo más que una representación realista, era algo de una belleza, de una grandiosidad descomunal, apabullante,bla, bla, bla… Todo eso esta muy bien, pero en realidad las personas que viven en la naturalez, aquellos primeros locos que subieron montañas, que descubrieron valles y ríos, que contemplaron un paisaje y dijeron, joder, este sitio es la ostia, pues ya habían descubierto la categoría de «Lo Sublime» sin necesidad de filósofos, aunque también es verdad que no sabían como llamar a esa sensacion, se quedarían sin palabras, y eso para un filósofo no puede ser.

Pero volvamos a Carr. Una vez recorrió lo inabarcable del paisaje Canadiense, y se dió cuenta de que nadie compraba sus cuadros, volvió a su casa y vivió de lo que pudo. Pero entonces llegaron un grupo de artistas canadienses que al igual que ella pintaban paisajes y allá por 1927 y la redescubrieron. Entonces las galerias de arte y los museos del oeste de Canda se dieron cuenta de que antes que este grupo de pintores modernos había habido una mujer que había traido las vanguardias desde Europa para reinterpretar de una manera más contemporánea su salvaje paisaje patrio.

En 1937 sufrió un infarto y dejó de pintar para dedicarse a publicar libros, muchos de ellos escritos durante años en donde cuenta toda su vida, su relación con los nativos y su visión del arte: The Book of Small(1942),The House of All Sorts (1944), Growing Pains (1946), PauseThe Heart of a Peacock (1953), y Hundreds and Thousands (1966).

Hoy en dia Emily Carr es un icono canadiense, hay una universidad con su nombre y un museo. Su casa se puede visitar y su obra se considera la más relevante del paisajismo canadiense.

https://www.emilycarr.com/

https://www.gallery.ca/collection/artist/emily-carr

 

 

 

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